sábado, 19 de abril de 2014

YO NO LEO ROMÁNTICA, NO, POR SUPUESTO QUE NO...¿O SÍ?


Entro a mi librería de cabecera y oteo con la mirada buscando EL LIBRO, aquel que me haga disfrutar, soñar, evadirme y dejar volar mi imaginación. Mi mirada se detiene en la esquina, allí casi escondidas, hay dos adolescentes comentando entre suspiros lo guapo que sale Edward Cullen en la foto de la última edición de Crepúsculo con la imagen de Robert Pattinson. Pongo los ojos en blanco y huyo en la dirección contraria, soy una lectora seria, no leo este tipo de libros.

Me paro un momento sin dejar de observar, a la vez que siento un cosquilleo extraño en mis manos en anticipación a lo que sé voy a conseguir. En el fondo de la enorme sala, entre sombras y  ocultas al resto de miradas y compradores, avisto a un pequeño grupo de mujeres, de diferentes edades y condiciones que husmean agachadas como verdaderos sabuesos, en busca de la JOYA DEL NILO o el ARCA PERDIDA, no estoy muy segura. Me acerco presurosa guiada por mi instinto de ávida lectora, con la total seguridad de que allí encontraré lo que busco y descubro con decepción que solo es el pequeño stand de novela romántica. ¡Puf! Pienso totalmente desinflada y echando un vistazo a las portadas, algunas verdaderamente elocuentes sobre lo que ofrecen el interior de sus páginas. ¡No! me vuelvo a reprender mentalmente. ¡Yo no quiero leer eso!, de hecho, me reafirmo ¡yo no leo eso! Leo novelas dignas de ser leídas, con un trabajo detrás que las avale, con premios y reconocimientos.
Me giró huyendo despavorida a la parte central de la enorme librería y me fijo en los montones de libros expuestos sobre las mesas en una situación publicitaria de excelencia, muchos de ellos con carteles de sus autores e imágenes a gran tamaño de sus portadas. ¡Eso, eso es lo que realmente quiero!, pienso desafiante cogiendo el que es de mayor volumen, porque una es una lectora compulsiva, y las novelas cortas no quedan bien expuestas en la estantería.
     Finalmente abandono el lugar con una sonrisa de satisfacción adornándome el rostro y un libro del que seguro podré alardear de haber leído. Cuando llego a casa admiro su cuidada portada, sus páginas que huelen a tinta y lo volteo con cuidado. Y ahí llega la sorpresa…al final de la estupenda sinopsis, después de varias recomendaciones de otros autores y periódicos varios tengo la información clave y significativa: “BEST ROMANTIC NEW YORK TIMES”
         Y empiezo a sufrir palpitaciones y sofocos varios dejando el libro sobre una mesa sin querer mirarlo de nuevo. ¡No puede ser cierto! ¡Yo leo libros serios!
 ¡No leo romántica!

             ¿O sí?

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